Si la piel luce hermosa es porque está saludable. Así como para el resto del cuerpo, el agua es esencial para la salud de la piel. Cuando se habla del agua y la piel, se debe hacer diferencia entre la hidratación y la humectación. Al hablar de hidratación hablamos de agua que aporta la sangre a la piel, con oxígeno y nutrientes, en el paso desde los vasos sanguíneos a los tejidos. La humectación, en cambio, es la humedad tomada del medio exterior. Esta puede ser natural o artificial, usando productos a base de agua y otras sustancias que ayudan a humectar la piel.
El agua que tomamos debe ser pura, limpia, sin contaminantes ni tóxicos, ni químicos, ni minerales pesados. Pero, no solo es el agua que tomamos, toda la alimentación tiene relación con la salud y la humedad de la piel. Lo ideal es una alimentación balanceada, con variedad de alimentos de todo tipo, especialmente frutas y vegetales frescos, y proteínas.
Muchas circunstancias no favorecen una adecuada hidratación de la piel, como dietas muy bajas en calorías; patologías como anorexia nerviosa, bulimia y otras como el cáncer. En esos casos se produce un envejecimiento rápido y se deshidrata la piel, luciendo seca, arrugada y opaca. Estas pieles se benefician de tratamientos de hidratación que son ideales para que la piel recupere su capacidad de retener agua, lo que le ayuda a repararse y protegerse. Este tratamiento permite minimizar los efectos del envejecimiento en una piel deshidratada, devolviéndole sus características de frescura y suavidad.
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